El proyecto secreto bonapartista para las gobernaciones españolas del Nuevo Mundo

István Szászdi (Universidad de Valladolid)

Hace seis años inicié esta investigación por pura casualidad, como suele ocurrir, cuando buscando documentación sobre otros temas en los archivos, uno se tropieza con un documento que hace palpitar rápidamente el corazón y temblar  las manos del investigador. Así dí con la huella del plan secreto del Duque de Berg, para apoderarse de las Indias y mantener las gobernaciones más estratégicas libres de la ambición británica. Plan que se remonta por sus nombramientos a 1808, aunque es probable que haya sido preparado por el propio Bonaparte y sus asesores para España en el año anterior. La idea afectaba a la América Meridional, concretamente al Virreinato de la Plata, a la Capitanía General de Caracas, a la Gobernación de Cumaná y a la de Montevideo. Los personajes agraciados, como veremos, habían probado su valor y conocimiento en la defensa de las Indias. Así se escogió para Virrey en propiedad a D. Santiago de Liniers, al Mariscal de Campo Don Toribio Montes para Capitán General de Venezuela, al Teniente Coronel José María de la Torre para Cumaná y al navarro Brigadier Don Xavier Elío para Montevideo. Igualmente nombró para Capitán General de las Filipinas al Brigadier Don Manuel de Cagigal, que se hallaba por entones destinado en Caracas; y al Brigadier Don Andrés López de Sagastizabal – quien era Director del Seminario de Nobles de Madrid – Capitán General de Puerto Rico, en lugar de Toribio Montes.

El Duque de Berg, Mariscal de Francia, fue nombrado Rey de Nápoles por su cuñado, el Emperador de Francia, el 15 de mayo de 1815. La actuación brutal de Joaquín Murat en España, y especialmente la revuelta del 2 de mayo en Madrid hicieron a Bonaparte otorgar el trono de España a su hermano, José, quien ocupaba el trono de Nápoles desde 1806. Bien sabía el Emperador que los españoles no olvidarían los sucesos del 2 y el 3 de mayo, su carácter orgulloso y valiente le haría decir de éstos años más tarde: “los españoles no saben vivir, pero sí saben morir”. Francia necesitaba una España obediente que surtiera de recursos americanos al Imperio. Murat, al estar casado con su hermana menor y favorita Carolina, y comandante de las fuerzas napoleónicas ya había aconsejado a Bonaparte que nombrase a José Napoleón para ocupar el trono de España cuando se deshicieran del rey Carlos o de su hijo Fernando, ello lo expresó en una carta al Emperador fechada el 1 de marzo de 1808.  Bonaparte escribió a su hermano:

“España no es lo que el Reino de Nápoles, se trata de once millones de habitantes, más de 150 millones de ingresos sin contar con las numerosas rentas y posesiones de la América española”. José fue nombrado Rey de España el 6 de junio de 1808, y llegó a Madrid el 20 de julio. Napoleón había nombrado a su vez a Murat el 15 de julio de 1808 Rey de Nápoles. Cabe pensar que el propio Joaquín Murat deseó la corona de España, y hay evidencia paraa comprender la contrariedad suya de ser enviado a Nápoles. Lo cierto es que él fue el encargado de preparar el cambio dinástico en España y de asegurar que todo quedase atado y bien atado. Fue Murat quien dictó las medidas para el mantenimiento de la autoridad en el Nuevo Mundo, y de las medidas para atraer a los criollos a la fidelidad al nuevo monarca de España, satélite del Imperio. La documentación española que he reunido, aunque escasa, deja claro que fue el Duque de Berg quien realizó los nombramientos a favor de Liniers, Montes, de la Torre y Elío. Joaquín Murat firmó el nombramiento de Don Santiago de Liniers como Virrey de la Plata, en propiedad, el 16 de mayo de 1808. Lo mismo hizo con los demás. La documentación que he reunido proveniente de dos archivos españoles es escasa pero concluyente. Si bien el proyecto no nos ha llegado más que por segunda mano y a retazos, un informe del Gobernador de Puerto Rico, Don Toribio Montes daba noticia sobre su correspondencia con el ministro Miguel José de Azanza del rey José, con fecha de 15 de octubre de 1808. Es lógico pensar que el Rey Intruso intentara llevar a cabo el juicioso plan del Gran Duque de Berg frente a Gran Bretaña y el peligro de una nueva intervención en el continente suramericano desde la colonia inglesa de Trinidad o con una nueva flota en el estuario del Río de la Plata. Tampoco podemos olvidar la importancia que tenía la isla de Puerto Rico por entonces, tanto por haberse defendido del ataque inglés de 1797 dirigido por el comandante en jefe de las Indias Occidentales Ralph Abercromby como por su situación tan cercana a Santo Domingo. Además de ese primer objetivo militar estaba el de la introducción de la Carta de Bayona y la aceptación del nuevo estado de cosas, en lo que al Nuevo Mundo se refería. No olvidemos que el rey José incorporó por única vez en un escudo Real hispano al Nuevo Mundo representado por los columnarios sobre aguas entre los cuarteles inferiores y junto a los reinos peninsulares.

El plan del Duque de Berg trataba de garantizar la continuidad en las cosas de gobierno, buscando las personas más acertadas para la defensa de los puntos más vulnerables de la América hispana por parte de la Gran Bretaña. Posiblemente informado por Azanza escogió a verdaderos patriotas, que desearan salvar de los británicos, que se consideraban ser no sólo los enemigos naturales de Francia, sino de España.  El escollo para los bonapartistas fue eso, que los hombres seleccionados eran patriotas españoles. Como expuse en el anterior congreso del Instituto en Córdoba, Argentina, el Rey José se dedicaría a enviar proclamas solicitando a los criollos y a la Iglesia indiana el apoyo a su causa utilizando por primera vez en nuestra lengua la imprenta como medio de propaganda política.

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